Como cualquier otra mañana se levanta...
11 de Marzo del 2004, Madrid.
Como cualquier otra mañana se levanta. Falta poco para que amanezca y se da prisa en arreglarse para ir a trabajar, poniéndose carmín en los labios a la vez que cierra la puerta de su casa, con su pequeño en la cama y su marido en mitad del desayuno. Trabaja en Madrid y debe coger en tren que le lleva desde Guadalajara hasta la estación de Atocha. Le gusta sentarse junto a la ventana mientras lee el periódico y se toma una taza de café. Mira el paisaje (está llegando a la estación), le da un sorbo a la taza, y de repente la nada. Ya no hay café, ni taza, ni periódico, ni ventana, ni esposa, ni madre. En un instante pasó de formar una familia a dejar un marido viudo y un hijo sin madre. Todo quedó reducido a escombros, sangre y desolación.
Esta es la historia de cualquiera de las doscientas personas que en la mañana del 11 de marzo han sido víctimas del terrorismo en Madrid, paralela a la que han vivido el millar de heridos y sus familiares, cuyos rostros reflejaban la angustia y la desesperación por lo ocurrido.
Ayer el terrorismo volvió a manchar la historia del pueblo español y de la humanidad con el mayor atentado de la historia de la Unión Europea, volvió a alimentar a la muerte con víctimas inocentes, volvió a darse a conocer como lamentablemente ya todos conocemos, sembrando impotencia y terror en la vida de todos nosotros.
La noticia ha llegado a todos los rincones y ha conmovido a millones de personas, y nosotros nos solidarizamos con todos los afectados por esta masacre y damos el más sentido pésame a los familiares y amigos de las víctimas.
Cansadas están nuestras voces de gritar ¡Basta ya!, pero no nuestros corazones de seguir luchando contra el terrorismo. No podemos dejarnos pisar por gente que no tiene principios ni conciencia. Y no se dan cuenta de que no pueden tener lo que persiguen, no pueden ser un pueblo, pues un pueblo se compone de personas, y ellos no lo son. A ellos sólo se les puede llamar por un nombre: asesinos.
Unámonos en una sola voz para decir alto y claro que somos un pueblo de paz y que así no conseguirán nada. No al terrorismo, si a la vida en paz. Por las vidas perdidas y por las destrozadas.¡¡Basta ya!!
Gabriel González de los Ríos, 2° Bach. A
Como cualquier otra mañana se levanta. Falta poco para que amanezca y se da prisa en arreglarse para ir a trabajar, poniéndose carmín en los labios a la vez que cierra la puerta de su casa, con su pequeño en la cama y su marido en mitad del desayuno. Trabaja en Madrid y debe coger en tren que le lleva desde Guadalajara hasta la estación de Atocha. Le gusta sentarse junto a la ventana mientras lee el periódico y se toma una taza de café. Mira el paisaje (está llegando a la estación), le da un sorbo a la taza, y de repente la nada. Ya no hay café, ni taza, ni periódico, ni ventana, ni esposa, ni madre. En un instante pasó de formar una familia a dejar un marido viudo y un hijo sin madre. Todo quedó reducido a escombros, sangre y desolación.
Esta es la historia de cualquiera de las doscientas personas que en la mañana del 11 de marzo han sido víctimas del terrorismo en Madrid, paralela a la que han vivido el millar de heridos y sus familiares, cuyos rostros reflejaban la angustia y la desesperación por lo ocurrido.
Ayer el terrorismo volvió a manchar la historia del pueblo español y de la humanidad con el mayor atentado de la historia de la Unión Europea, volvió a alimentar a la muerte con víctimas inocentes, volvió a darse a conocer como lamentablemente ya todos conocemos, sembrando impotencia y terror en la vida de todos nosotros.
La noticia ha llegado a todos los rincones y ha conmovido a millones de personas, y nosotros nos solidarizamos con todos los afectados por esta masacre y damos el más sentido pésame a los familiares y amigos de las víctimas.
Cansadas están nuestras voces de gritar ¡Basta ya!, pero no nuestros corazones de seguir luchando contra el terrorismo. No podemos dejarnos pisar por gente que no tiene principios ni conciencia. Y no se dan cuenta de que no pueden tener lo que persiguen, no pueden ser un pueblo, pues un pueblo se compone de personas, y ellos no lo son. A ellos sólo se les puede llamar por un nombre: asesinos.
Unámonos en una sola voz para decir alto y claro que somos un pueblo de paz y que así no conseguirán nada. No al terrorismo, si a la vida en paz. Por las vidas perdidas y por las destrozadas.¡¡Basta ya!!
Gabriel González de los Ríos, 2° Bach. A
1 comentario
Raquel -
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